Una noche en el Barranco de Badajoz
A continuación, la historia de la noche que un grupo de amigos pasó en el barranco. Yo no estuve allí, simplemente hago transcripción de la historia que me escribieron.
Diciembre del año 2000, Ray, uno de los componentes del grupo nos contaba las historias que había escuchado acerca del Barranco de Badajoz. Todos coincidimos en que podríamos ir un fin de semana a pasar una noche y así comprobar si es verdad lo que cuentan (entre risas).
El miércoles, a mitad de la semana, ya estábamos comentando entre nosotros toda la información que habíamos encontrado (historias de personas mayores, información en internet, etc...). Al parecer la historia más famosa es que se veían extraños seres blancos y se escuchaban ruidos raros. No recuerdo bien ni cuantas bromas hicimos por esos «cuentos de viejas», como decímos por aquí, así que decidimos ir al barranco ese mismo sábado.
La subida al barranco
El sábado a las 9 de la mañana, Alejandro, Tony, Jesús, Agustín, Nauzet y Ray estaban en la entrada del barranco dispuestos a pasar la noche allí. Al bajar de la guagua en la parada de la entrada del barranco con los sacos de dormir y demás se sorprendió y los miró preocupados:
- - ¿Van a pasar la noche en el barranco?
- - Si
- - Mucho cuidado...
No hicieron mucho caso del comentario del chófer y entre risas empezaron a comentar similitudes con una película de miedo. Sin darle más importancia, comenzaron el trayecto hacia el barranco de Chamoco.
Durante el camino estuvieron sacando varias fotos del lugar. No era mentira lo que se decía, el barranco cuenta con una gran belleza natural y geográfica. El ascenso fue muy tranquilo ya que no había ninguna prisa.
Durante el camino, se podían ver varias casas abandonadas de los antiguos trabajadores que se ganaban la vida en las galerías del barranco. Disfrutaban de una buena temperatura (unos 17ºC) para ser diciembre y estar en pleno invierno.
Al llegar a lo más alto del barranco, desplegaron una manta en el suelo, dejando los sacos, la cómida y todo preparado para pasar allí la noche. El lugar era una pequeña explanada donde se podían ver los restos de unos railes provinientes de la galería que estaba un poco más atrás de esa zona. De resto, todo vegetación y una vista de las dos laderas del barranco formando una V si mirabamos hacia el camino por donde habían venido.
Estuvieron inspeccionando el lugar y la galería de agua a la que se dirigían los railes que habían allí. Se adentraba bastantes kilómetros por el interior en la montaña y tras caminar por su interior un buen rato, no consiguieron ver el final y retrocedieron.
Comienzo de la tarde
Sobre las 2 del mediodía estaba todo muy tranquilo. Risas y fiestas. Bromas burlonas acerca de las leyendas y poco más. El silencio en el barranco era casi total y solo era interrumpido por el canto de algunos pájaros y el aleteo de algunas palomas. Esto tendrá su importancia en el relato más adelante.
Cerca de las 4 de la tarde, aparecieron 4 personas con sus caballos. Saludaron al grupo y preguntaron que iban a hacer noche en el lugar. Nueva respuesta afirmativa y nueva respuesta «tengan cuidado». Al parecer las historias del barranco seguían muy candentes en el lugar. Esto aumentó la incertidumbre en el grupo, pero se olvidó al cabo de un rato.
A las 6.30 de la tarde, el sol comenzaba a ocultarse. El grupo seguía muy tranquilo y confiado ya que no creían ni una palabra de las historias que se contaban. Aclarar también, que el grupo era bastante escéptico en relación a todas estas historias.
Con la puesta de sol, llegó también el descenso de la temperatura, que en noche cerrada llegó a ser bastante fría (unos 7ºC, más o menos). Y allí en el centro del barranco, a media noche y con un silencio sobrecogedor, les cogío la noche.
El comienzo de la noche
Sobre las 10 de la noche comenzaron a oirse varios desprendimiento de piedras, cosa que no se escuchaba durante el silencio del día. Fueron continuos durante toda la noche.
Era muy extraño, pero como nadie del grupo era paranoico lo primero que pensaron fue que se trataría de algún animal nocturno buscando comida, ratones, murciélagos o incluso alguna Pardela, muy comunes por lanzar objetos como pequeñas piedras. Al encontrar esa explicación lógica, seguimos tranquilos durante un buen rato.
Cerca de las 11 de la noche, en un momento que estaba todo el grupo en silencio, se empezaron a escuchar unos murmullos provinientes de la zona de la galería. De los murmullos se podía distinguir una voz mas grave y otra mas aguda. Se distinguía perfectamente la voz de un hombre y una mujer en tono acelerado, como discutiendo, pero nadie del grupo llegaba a entender ni una palabra de aquella extraña conversación. Solo murmullos.
Nadie comentó nada acerca de esos murmullos, pero en las miradas de cada uno se podía entender perfectamente que lo estaban escuchando. La tranquilidad que tenían todos comenzaba a disminuir. Estaban completamente seguros de que no había nadie mas en el barranco, ya que lo habían inspeccionado todo por la tarde (no es una zona muy amplia) y si alguien llegaba durante la noche tenía que pasar forzosamente al lado del grupo, ya que era el único acceso que tiene el barranco.
Los murmullos cesaron a los pocos minutos y alguno del grupo se atrevió a preguntar: ¿Oíste eso?, Ah, ¿Tu también lo oíste?, ¿Qué podrá ser?… Intentaron no darle muchas vueltas y seguir conservando la calma.
La noche cerrada
Durante un buen rato estuvo todo tranquilo. No se oía nada más a parte de los continuos desprendimiento que caían durante toda la noche. Casi habían olvidado todo lo que había ocurrido hasta el momento.
De repente, Jesús susurra al resto del grupo ¡Rápido, rápido, miren hacia abajo! casi con un hilillo de voz. Todos (excepto Agustín, que estaba profundamente dormido) vieron, entre las dos laderas que formaban la V del barranco, una serie de luces moviéndose de un lado de la ladera hacia la otra. Casi a mitad de su trayecto, el objeto se detuvo, hizo un giro en profundidad y volvió a ponerse en el punto en el que estaba, totalmente quieto durante unos segundos. Luego siguió descendiendo hacia la ladera izquierda hasta ocultarse a la vista.
Todos quedaron en estado de shock. No hubo ningún comentario hasta pasado un buen rato del, sin duda, gran acontecimiento de la noche. El objeto en sí, eran 4 luces formando una especie de cuadrado y otras 3 luces atravesándolo en diagonal.
Los nervios ya no estaban tan calmados como antes y aún quedaba mucho para amanecer. Los murmullos volvieron y cada vez eran más fuertes. Poco después se volvían a ir. Estában acojonados.
Alejandro despertó a Agustín para que hablase con él, puesto que estaba muy nervioso y probablemente era el único que podía ayudarlos a mantener la calma.
Al poco de contarles lo que acababa de suceder, llegó de repente un aumento considerable de temperatura. De un frío de unos 7ºC a un agradable calor, incluso más intenso que el del día. Agustín que se pensaba que le estaban gastando una broma, empezó a creer que de verdad ocurría algo extraño al ver las caras del resto y al notar el ascenso de temperatura.
Poco después de 3 minutos, el calor se disipó volviendo el frío intenso que había antes. Mientras el grupo comentaba lo que ocurría de la temperatura, el calor volvió de nuevo, pero esta vez no duró más de 1 minuto. El resto de la noche, el intenso frío fue el único que les acompañó.
La madrugada
Nervios y más nervios. Nadie quería dormirse e intentaban turnarse para quedarse despiertos. Pensaban que nunca iba a llegar el día para largarse de ese maldito barranco.
Cerca de las 4 de la madrugada, de repente se oyó un fuerte ruido en lo alto de la ladera. Poco a poco se oía cada vez más cerca. Sin duda era una enorme piedra que estaba cayendo. De repente un gran estruendo apenas a unos pasos de Nauzet, que los dejó a todos preocupados, ya que en la oscuridad de la noche no se veía absolutamente nada y si le hubiese caído encima le hubiese matado. El estruendo de la piedra denotaba que las dimensiones de la piedra debía ser gigante. No fueron al lugar donde cayó hasta que amaneció.
El resto de la noche continuó con los pequeños desprendimientos, los murmullos y pasos que se oían a nuestro alrededor. Sobre las 7 de la mañana empezó a salir el sol, recogieron rápidamente los bártulos para largarse del lugar cuanto antes, acojonados, y tras haber pasado la peor noche de sus vidas.
A posta se quedaron en silencio antes de irse para intentar oír algún pequeño desprendimiento de piedras, pero nada. Silencio total. Solo el canto de los madrugadores pájaros. También buscaron la enorme piedra que había caído cerca, y para su sorpresa, no había nada.
Asi que recogieron todas sus cosas y se fueron lo más rápido posible de aquel Barranco de Badajoz con un recuerdo que nunca olvidarán.
Nota de Alejandro: Solo comentar, que no hay que tomarse tan a la ligera los llamados cuentos de viejas. Nosotros nos arrepentimos de haberlo hecho. También me gustaría decir que puedes ir allí 20 veces y volver decepcionado por no haber encontrado nada extraño y con solo ir una vez, sin querer buscar nada, toparte con todo.
No somos los primeros en tener alguna experiencia rara allí, ni seremos los últimos. He contado miles de veces la historia y para los que piensen que estábamos borrachos o «colocados« con algo (que siempre hay quien lo piensa) decir que no es así, el que quiera que se lo crea y el que no que pase. Yo sé bien lo que ocurrió esa noche porque lo ví con mis propios ojos.
No somos unos flipadillos ni unos frikis, somos bastante escépticos con estos temas.
Un saludo a todos.
Mi más sinceras gracias a Alejandro por contribuir con ese detallado relato para publicarlo en Emezeta.